23 de diciembre de 2011

Y también escribí un libro (tapa y contratapa)


Francisco del AMO



              
¡Comprate algo útil!





Francisco J. del AMO nació en Buenos Aires en 1973. Músico, escritor, realizador de videos, contador y padre. Su primera poesía data de 1986. Actualmente cursa un taller literario en El Respiradero con Gustavo Di Pace.
Estuvo más de diez años ligado al ambiente musical como miembro de dos bandas de rock (Gatos Locos y Vástagos) y en la actualidad sigue componiendo su rock postparental.
Es reconocida su obsesión por lo escatológico, lo lúdico y lo sexual como también su tendencia al ostracismo.
Contradiciendo a sus mentores y alentado por las excelentes críticas de sus (escasos) lectores y de su mujer,  insiste en publicar su primera obra, considerada no de culto en el 2011. “Comprate algo útil” es una compilación de los escritos que produjo en los años 2010 y 2011 (excepto Orden, La incógnita de mi viejo y Libertad que son de fecha anterior).

En su fluir literario refleja gran parte de sus otras actividades y en su carrera el rechazo a la clasificación de la persona por lo que realice.

21 de octubre de 2011

BOLUDO o GARCA

Una persona X es un conjunto de una o más características.
Si fuesen, como en el ejemplo, sólo dos (2): Garca (Y) y Boludo (Z), uno NO podría definirlo como la característica de menor proporción. No podría decir que la persona es garca, si Garca<Boludo (Y es menor que Z).
Sí podría asemejarlo o tildarlo con la característica de mayor proporción. Si Boludo>Garca, podría decirse que la persona es un tanto boluda o es un boludón (al que no le alcanza para ser garca, porque la mayor parte de su conjunto está ocupada con ser boluda).
Cabe aclarar que por más boludón (Z) que sea, sigue siendo persona (X).
La relación clave en un conjunto es la pertenencia. Por eso hay que estar atentos y conocer las características de cada persona.
Algunos tratan de hacernos creer que tienen características que no les pertenecen. Inteligente (W) no pertenece al conjunto de características de la persona X. Que alguna vez haya estado más o menos cerca no significa que sea una de sus características y, mucho menos, podría denominarse inteligente a esta persona cuya característica fundamental, como ya analizamos, es la boludez. En otras palabras, la inteligencia (W) no pertenece al boludo (Z).

Es sabido que un conjunto necesita de otro/s conjunto/s, ya sea para unirse o para intersectarse furiosa y salvajemente.
La persona X de nuestro ejemplo se ve empequeñecida ante la aparición de la persona F, cuya principal característica es la que siempre anheló como complemento: es muy Linda (M). Ya sea por su cuota de Garca o por su enorme grado de Boludez siempre pensó que tener como complemento a una persona muy linda era lo que mejor podía pasarle para comentárselo a otros conjuntos (seguramente cargados de la dosis Z correspondiente).
Ahora bien, en tanto que la persona F también tiene como característica un grado de Boludez (Z) que favorece la intersección, la misma da como resultado otro conjunto que contiene las características comunes de X y de F (la boludez).


PERSONA X intersectando con
PERSONA F
 

Como era temido y sabido por todos: sumar boludeces no puede producir otra cosa que una unión de boludos: la unión del conjunto X con el conjunto F da un nuevo conjunto que contiene todos los elementos de ambos. Y, como se definió en un principio, si la característica de mayor proporción es Z, han engendrado un nuevo boludito (persona B).


PERSONA B
 

De todos modos, siempre es preferible encerrar el peor de los conjuntos que implique la más deleznable de las características antes que ser un conjunto vacío. Algunos sospechan que una persona (X) vacía, deja de ser persona y pasa a ser un estuche inútil.


2 de junio de 2011

El nuevo fin

Ricky estaba tirado en la cama.

Miró al techo con un solo ojo mientras escuchaba los solos del vecino. No era malo, pero tampoco tan bueno como para que no le rompiera las pelotas…
Se reincorporó de a poco. Su cuarto estaba en penumbras, igual que como se sentía. Le dio un poco de pena verse en una escena de película de depresivos. Había dormido poco, no por el músico sino porque hacía rato que no dormía bien. Agarró la armónica, se desperezó, y nunca llegó a llevársela a los labios.
El tipo la había pegado con su banda en los comienzos del rock argentino en los sesenta. Todos creyeron que murió en esa época y así lo olvidaron más fácilmente. Cada tanto aparecía por el bar de Ricky, tomaba algunos tragos (y más también) y terminaba gritando contra la banda que estuviera dando el show. Varias veces lo molieron a palos, algunas Ricky lo dejó escapar por la puerta de atrás.
Había tocado un par de veces en ese mismo bar con su banda en pleno apogeo. Fueron shows ardientes (ningún sonido en vivo de aquellos tiempos puede considerarse decente). No hacían culto del virtuosismo pero tenían algo que atrapaba; Ricky no sabría decir qué. Sí recuerda que después del último show, el del sábado 19 de marzo del ‘72 tuvo el ACV que le dejó inmovilizada su parte derecha y le quitó el habla de por vida.

El celular de Ricky vibró en el colchón: “Venís?” Dudó, puteó y respondió el mensaje con un “si”. El vecino había dejado de tocar mientras Ricky se vestía. Tomó un taxi. El aire helado se colaba por la puerta del auto y eso lo hacía sentir coherentemente desahuciado. Llegó al bar cuando la primera banda empezaba.

Ricky se ubicó detrás de la barra, chequeó la caja, se puso los tapones de algodón y se tomó dos pastillas. A los cinco minutos entró el vecino. Se fue directo al baño y cuando salió pidió un trago con vodka. Para empezar pedía siempre el mismo trago afeminado. Algunas de las historias sobre su muerte lo relacionaron con el alcohol, las anfetas y demasiado electroshock en el Borda, pero Ricky nunca lo había visto tomar nada fuerte y no podía asegurar su locura a pesar de su mirada de perdido. Hilando pensamientos, se detuvo a pensar en qué dirán de su mirada.

La banda había traído su propia hinchada de amigos y conocidos para que los alentaran, bailaran, llenaran un poco el lugar y los hicieran crecer y creérsela hasta que se separasen. Recién empezaban y sonaban bien, pero Ricky ya no soportaba a casi nadie; en su casa ponía Haydn, Beethoven, Brahms…, las pocas veces que escuchaba música.

Su vecino decía que había tocado con Pappo, con Moris y que fundó el rock nacional y que estaba avergonzado de eso, que es una de las mayores catástrofes de este país después de la masacre de Ezeiza y el fin de Sábados Circulares. Siempre parecía pasado de rosca, sarcástico, malhumorado y esperando algo, algo que nunca pasaba, algo que lo conformara, que lo tranquilizara. Era mucho más romántico y pintoresco como muerto.

Al final del tercer o cuarto tema, Ricky advierte un murmullo extraño entre el público; la banda para de tocar y todos miran hacia la puerta.

“Treinta años tarde llega el traidor hijo de puta”, dijo él.

Entró Lito al local. Unos cuantos fans de la banda no podían creer que los viniera a ver a ellos, otros no tenían idea de quién era, a otros no les importaba un carajo, pero el vecino estaba sacado y con sed de revancha.

Lito revoleó la vista por el bar sin sacarse sus anteojos negros y se dirigió directamente hacia donde estaba él.

“Vamos” le dijo.

El vecino músico y Lito se fueron al baño. El murmullo se fue haciendo un respetuoso silencio. Tardaron en salir, y si bien al principio se habían escuchado gritos, algunos también dicen haber escuchado una canción.

A los quince minutos Lito salía del baño y del bar. La banda volvió a tocar y no vi más a mi vecino.

[Un mes más tarde Lito vuelve a tener un gran hit después de mucho tiempo: “El fin”. ]

10 de enero de 2011

La verdad del mundo

La verdad del mundo es una trompada. El mundo no es blandito ni rosa, es vertiginoso y sangra.

El verdadero amor es violento, la verdadera violencia es sin golpes, los golpes son mentira y el amor trata de explicar la verdad del mundo.

La verdad del mundo es un grupo de ordenadas hormigas y el árbol que me mira mientras el viento le baila las hojas. La verdad del mundo no es un diálogo de cotorras.

La verdad del mundo es interrumpida por personas que se creen que tienen luz.

La verdad del mundo es, sin dudas, mis hijos gritando cuando juegan. La otra verdad del mundo, de la que debo protegerlos, es la hipocresía (cara y barata).

La verdad del mundo también es la muerte y es una verdad de mierda. Las enfermedades son mentira. La cagada es que también las mentiras son la verdad del mundo.

La verdad del mundo son y no son las quejas, pero seguro que sí son las alegrías.

La verdad del mundo es penetrarla y gozar. Fingir es verdad también.

La verdad del mundo es una flor de puteada gritada desde el fondo del cerebro: lareputaqueteparió!

La verdad del mundo no es Dios, ni los santos, ni las religiones, ni el ateísmo. La verdad del mundo es buena, pero es real.

La verdad del mundo es, creo que seguramente, algunas cosas más sutiles y refinadas que en este momento (y generalmente) no me salen; porque no son importantes.

La verdad del mundo está en mi cabeza y en la tuya, y también en esa mierda de persona.

La verdad del mundo no distingue países, pero sí le da bola a los contextos.

La verdad del mundo es arte y es vacío también.

La verdad del mundo soy yo (o la verdad, mi mundo soy yo; o sin yo no hay verdad ni mundo mío).

Lo que está lejos y lo que está cerca, la filosofía y esta piedra, son y no son. El viento es.

La verdad del mundo es única. Si yo me pudiera transportar a otros mundos o a otras épocas de este mundo, mi verdad seguiría siendo la misma pero con otra ropa. Pero a quién le importa, no?

La verdad del mundo es tan aplastante que sólo siendo hábil y liviano se puede ir robándole cachitos y descubrirla.

La verdad del mundo puede cambiar, sobre todo si yo miro a la derecha en vez de hacia adelante.

La brisa no es la verdad del viento, es algo blandito, no sirve.

Cincuenta y ocho debe ser un número verdadero, porque me sale cada vez que quiero decir un número al azar. A mi hijo le sale el sesenta y dos, así que debemos estar bien rumbeados.

Ese cable que da la vuelta al mundo sobre nuestras cabezas es un arma para escondernos la verdad. Yo veo al cable pero la verdad es invisible.

Encontrar a alguien, que alguien se vaya o que vuelva, que alguien hable por ahí o que alguien sea famoso, todo eso no es verdad, porque alguien no es nadie.

La verdad del mundo no entra en una hoja, pero sí en una oración. Entra mejor en una sin palabras, en una con vida.

Quien esté tentado de citar a un sánguche de milanesa cuando piensa en la verdad del mundo, quizás esté en lo cierto, pero qué poco original…

Las manchas.
La lámpara de lava.
Los ruidos de animales. (No ese cerdo que hace ruido todo el tiempo con su máquina de cortar pasto de clase alta).
Que llueva ahora mismo.
Todo eso tiene que ser algo.

Las interrupciones siguen siendo sólo eso, o deberían serlo.

Ir muy adentro y encontrar el corazón puede significar algo. Todo depende del corazón.

Que tenga barba o que sea miope, no me impide meterme dentro mío y ver. Pero recordemos que la verdad del mundo no se ve.

El cansancio, la enfermedad y la muerte van de la mano, la verdad del mundo va sola y conmigo.

Nico dice que ya se está haciendo de noche y aunque yo todavía veo el sol atardecido, él no puede mentir ni dejar de decir todas las verdades del mundo.

El amor sigue tratando de explicar la verdad del mundo.